Dado que los pulmones del paciente que se somete a este tipo de terapia reciben mayores cantidades de oxígeno de lo habitual, el contenido de oxígeno en la sangre aumenta y, de este modo, todo el organismo se oxigena rápidamente. Este aumento de los niveles de oxígeno contribuye a la activación de los tejidos celulares, ayudando así a combatir una serie de problemas. Los casos más comunes en los que se ha demostrado que la oxigenoterapia es beneficiosa son: bronquitis crónica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y enfisema pulmonar.
La oxigenoterapia en pacientes que padecen las enfermedades mencionadas ayuda a aliviar los síntomas adversos y crea las condiciones para el inicio del proceso de curación. Además, la oxigenoterapia es utilizada en enfermedades no crónicas como: hipotermia, convulsiones por irritación, estados de shock, hemorragias graves, traumatismos graves y en reanimaciones. En el hogar, el uso de la oxigenoterapia puede ayudar en casos de cefalea acumulada e hipoxemia.
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